El racismo en la Alemania nazi
500 años de La Reforma Protestante / Dietrich Bonhoeffer, el pastor que le dijo ‘no’ a Hitler
Los
nazis hicieron con los cristianos alemanes lo que el maoísmo con los cristianos
chinos: sacar un as de la manga, una iglesia paralela para destruir a la
primera. Lo hicieron con la Iglesia Luterana, a fin de destruir todo
vestigio cristiano que se opusiera a la nueva religión de la Raza Aria y el Reich.
Cuando tomaron el poder en 1933 esa iglesia paralela de los nazis, llamada Los Cristianos Alemanes, intentó legitimar a Hitler presentándolo ante los fieles protestantes como el continuador de (el reformador) Martín Lutero frente al Papa de Roma.
El movimiento, reciclado en la Iglesia Evangélica Alemana (Deutsche Evangelische Kirche) se convirtió, bajo el mando del fanático Ludwig Müller, en el brazo eclesiástico (religioso) de los nazis, destituyendo a clérigos de origen hebreo o casados con mujeres de sangre judía, prohibiendo la conversión y bautismo de judíos en las iglesias protestantes, y justificando el antisemitismo.
Nadie en Alemania se atrevía a disentir. Porque sabía lo que le esperaba. Nadie excepto un puñado de pastores luteranos que en 1934 tuvieron el coraje de decir “no” a Hitler.
Desde la llamada Iglesia confesante, fundada por el pastor Martin Niemöller, el teólogo Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) se opuso al nazismo y explicó que el cristianismo era incompatible con la idolatría hitleriana. Se atrevió a decir con toda claridad: “la decisión está a las puertas: nacionalsocialista (nazi) o cristiano”.
La Gestapo lo fichó rápidamente: el Régimen le prohibió vivir en Berlín en 1938; hablar en público en 1940 y publicar sus escritos en 1941. Pero Bonhoeffer seguía actuando de forma clandestina, llegando a enseñar a jóvenes aspirantes a pastores; y difundiendo sus escritos entre los fieles.
Sus últimas palabras fueron “Este es el fin; para mí el principio de la vida”. El médico del campo -testigo de la ejecución- anotó: “Se arrodilló a orar antes de subir los escalones del cadalso, valiente y sereno. En los cincuenta años que he trabajado como doctor nunca vi morir un hombre tan entregado a la voluntad de Dios”.
No estaba sólo frente al nazismo, otros líderes protestantes dieron la cara por el cristianismo enfrentándose valientemente al III Reich, como el mencionado pastor Martin Niemöller o el teólogo Karl Barth.
Y por supuesto también muchos sacerdotes y fieles católicos, como el cardenal Faulhaber, el obispo Von Gallen o el jesuita Rupert Meyer, posteriormente beatificado, entre otros.
Bonhoeffer basaba su lucha contra la tiranía y la idolatría nazis en dos conceptos: uno, la dignidad inviolable de la persona humana, y dos; el misterio de la Encarnación de Cristo. Porque en la Encarnación se nos revela cómo el amor a Dios y el amor a los hombres están indisolublemente unidos. La Encarnación nos convierte a todos en hermanos -argumentaba- y por lo tanto nadie puede ser excluido, marginado o perseguido.
El valiente testimonio de Bonhoeffer ha quedado como un canto a la libertad y la dignidad humanas, y una muestra del poder de la fe en Dios para sacar bien donde hay mal.
El famoso poema de su colega, el pastor Niemöller, -falsamente atribuido al dramaturgo Bertolt Brecht- debería servir de recordatorio ante una sociedad adormecida o indiferente frente a los enemigos de Dios y de la libertad, incluso en estos tiempos.
Cuando los nazis vinieron por los comunistas
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista.
Cuando
encarcelaron a los socialdemócratas, guardé
silencio, porque yo no era socialdemócrata.
Cuando
vinieron a buscar a los sindicalistas, no
protesté, porque yo no era sindicalista.
Cuando
vinieron a llevarse a los judíos, no
protesté, porque yo no era judío.
Cuando
vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.
Fuente: Actuall
Bonhoeffer, el pastor que murió por
conspirar contra Hitler
Pero el pastor luterano Dietrich Bonoeffer no se destacó sólo por su
pensamiento, sino por la puesta en práctica de unos principios enraizados en el
evangelio que le llevaron a oponerse en Alemania al nazismo dominante y por
ello, ser finalmente ajusticiado.
El pastor fue
arrestado y permaneció en distintas cárceles alemanas y varios campos de
concentración durante dos años, hasta que el 9 de abril de 1945 fue asesinado
en la horca. Según un testigo, sus últimas palabras fueron: “Este es el fin,
para mí el principio de la vida”.
También se convirtió en un miembro activo del movimiento ecuménico en ciernes,
lo que le sirvió para hacer contactos internacionales que resultarían cruciales
para su trabajo en la resistencia. En 1931, comenzó a enseñar en la facultad de
teología en Berlín. Desde esta posición se destacó por su mensaje en defensa de
los judíos y su oposición a ese régimen que se levantaba en Alemania bajo
parámetros racistas.
“Deploramos el hecho de que las medidas del Estado contra los judíos en Alemania han tenido tal efecto en la opinión pública que en algunos círculos la raza judía es considerada una raza de estatus inferior”, dijo en una conferencia en Bulgaria.
Cuando la iglesia oficial se plegó a los intereses del régimen nazi, Bonhoeffer se negó. Le habían pedido que ejerciera como pastor en la Iglesia de Prusia, que había aceptado la disposición aria según la cual se prohibía a cualquiera que tenía sangre judía ejercer un ministerio en la Iglesia.
Así, Bonhoeffer se vio enfrentado a los “cristianos alemanes” de Hitler, que
querían suprimir de la Biblia el Antiguo Testamento, desjudaizar a Jesús y
transformarlo en un héroe político. En abril de 1943 fue detenido por la
Gestapo acusado de conspirar contra Hitler y encarcelado en Berlín.
Enviado posteriormente al campo de concentración en Buchenwald, fue ahorcado por los nazis el 9 de abril de 1945. Hitler se suicidó 21 días después.
Fuente: Protestante Digital
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