En la cultura del fútbol todo está permitido, menos perder

Los males del fútbol, pasión de multitudes, reflejo de una sociedad que no quiere mirarse en el espejo.

El peor récord: en 2016 desfilaron 80 técnicos por los clubes de Primera, retrato de la agitación

Entre estables e interinos, los entrenadores no tienen paz en el fútbol argentino; ni siquiera los torneos largos ni haber sido ídolos como jugadores de los clubes son garantía de continuidad; los DT también rompen vínculos antes de tiempo.

24 de diciembre de 2016. Por Cristian Grosso

"Cada país va fabricando su propia cultura. Si se vive con el acelerador a fondo, no podés apretar el freno con el mismo pie, ¿no? En el caso argentino también tiene que ver con el hecho de que hay tanta movilidad de jugadores. Eso, creo, no deja asentar una idea, un proyecto, ningún sentimiento, y también provoca esta confusión en el debate". 

La radiografía la propone Jorge Valdano al escuchar la cantidad de directores técnicos que circularon durante el año futbolístico por la Argentina. "¿Sólo en primera? ¿Cuántos? No lo puedo creer...", insiste, casi implorando que el dato sea incorrecto.

Nadie puede escaparse de la trituradora que se devora a los técnicos. El fútbol argentino desde hace años deambula en su constante tembladeral. En torneo anual de 2015, el que prometía mayor estabilidad porque el largo plazo ampliaría la base de tolerancia, consumió 71 entrenadores. Dato arrollador para avalar tanta histeria. 

Pero apareció un 2016 recargado, dispuesto a pulverizar cualquier récord: entre estables e interinos, los 80 directores técnicos que hasta aquí desfilaron por el año calendario impusieron una triste plusmarca para el siglo XXI. No hay formato que soporte. No hay cultura que contenga. No hay sociedad que espere ni rottweiler que deje de afilarse los colmillos. 

Sólo hubo cinco sobrevivientes: Marcelo Gallardo (River), Jorge Almirón (Lanús), Nelson Vivas (Estudiantes), Rubén Forestello (Patronato) y Frank Kudelka, que consiguió el ascenso con Talleres.

El último en subirse a la ruleta fue Humberto Grondona, que anoche llegó un acuerdo para ser el nuevo DT de Arsenal. Pero recordar quiénes eran los técnicos de los clubes en enero de este año retrata la permanente explosión. Algunos ya no están ni en el país... 

Pellegrino conducía a Independiente y ahora dirige a Alavés. Arruabarrena gobernaba en Boca y actualmente es el entrenador del Al Wasl de la Liga Árabe del Golfo. Guede dejó San Lorenzo y hoy entrena a Colo Colo? El recuerdo acude para retratar el escenario.

Y sólo se trata de retroceder 12 meses para entender tanto vértigo. Quiroz era el técnico de Aldosivi, Holan el de Defensa y Justicia, Lippi el de Sarmiento, Camoranesi el de Tigre y Sava el de Racing. Troglio empezó en Gimnasia y terminó en Tigre; Burruchaga estaba en Rafaela y cierra 2016 en Sarmiento; Darío Franco cambió Santa Fe (Colón) por Mar del Plata (Aldosivi); Madelón viajó de Unión a Belgrano; Azconzábal dejó Tucumán para asumir en Huracán y Lavallén salió de San Juan rumbo a Tucumán. 

Varios cruces confirman que nadie se quiere bajar del gran escenario. Claudio Vivas dirigía a Banfield y ahora conduce las inferiores de Independiente.

Pero nadie como Ricardo Zielinski: el Ferguson de Belgrano dejó el barrio Alberdi cordobés tras 214 partidos entre diciembre 2010 y mayo de este año. Un récord de estabilidad para un fútbol en ebullición. En agosto aterrizó en Racing, el primer grande de su carrera? y no llegó a Navidad: 14 partidos después, afuera. Del Guinness a la manada.

No es novedad que los técnicos tienen que convivir en la Argentina con el abismo del desempleo. Algunos, eligen preservarse: "Quiero dirigir, sí, me picó el bichito, pero acá no, nooo. Me llamaron de todos lados, pero acá no", le confió Gabriel Batistuta a La Nacion. 

En la centrifugadora que gobierna el reino de la intransigencia, su tarea atraviesa por una constante agitación. Las presiones y los desatinos acorralan una profesión que, por cierto, prácticamente no cuenta con cobertura gremial. "El dirigente te corta cuando quiere y el gremio no te respalda nunca", denuncia Claudio Vivas. Generalmente, la coherencia termina atrapada por el cinismo.

Los técnicos sufren cuán desechables pueden ser. Algunas instituciones se abrazaron a una marcada crispación: Vélez, Racing, Huracán, Olimpo y Sarmiento tuvieron cuatro entrenadores diferentes, y esa cifra también alcanzará Independiente cuando defina al sucesor de Gabriel Milito. 

Porque esta ya intimidatoria cifra crecerá cuando, además de los Rojos, confirmen DT Colón, Central, San Martín (SJ) y Arsenal.

Entre tantos volantazos hubo caprichosas destituciones, cesaciones que guardaron algo de morbo y salidas de DT desbordados por un panorama tan agobiante que los empujó hacia la puerta de atrás. 

También hay otros que desarrollan la habilidad de reinventarse, serviles al medio y sus agentes. Cocca no dudó en abandonar Millonarios (Colombia) para volver a Racing. Bernardi selló un récord en desprolijidad: en su primer año como DT pasó por Newell's, Arsenal y acaba de aterrizar en Godoy Cruz. Y Paolo Montero rompió todo con Colón para arrimarse a Rosario Central.

"Mi espalda no es enorme, me caben las de la ley como a cualquiera", le advertía Gabriel Milito a La Nacion apenas comenzaba su travesía en Independiente. Estaba alerta, no creía en el blindaje del ídolo. 

Proyectos que se derrumban como castillos de naipes, operaciones de prensa que glorifican o condenan, apoyos que desaparecen según el antojo popular. Desde una clase dirigente inconstante, triunfalista y muchas veces incapaz, se entiende tan afiebrada inestabilidad.

La celeridad gobierna. No importan el contenido ni los recursos. Sólo ganar. Ese es el mensaje de urgencia que está instalado en la Argentina: todo tiene que ser inmediato. 

Y reaparece Valdano: "La ansiedad por ganar que está tan instalada en la Argentina en este momento, la entronización del ganador, es un signo de este tiempo muy incómodo para el sentido ético del fútbol".


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